Los Trasandinos, los Juegos que han sido tomados por el centralismo

Los Juegos Trasandinos se han desnaturalizado. La XVII edición que se realizará del 23 al 28 de mayo en Perú es otro campanazo de advertencia de lo que parecería la disolución inminente de un certamen que nació con el objetivo de terminar con el centralismo a fin de brindar la oportunidad a deportistas de provincias para representar a su país en un torneo internacional.

Y es ese centralismo el que prima en un torneo mutilado por la ausencia de los representantes de Argentina, entre ellos Salta,  que en las anteriores 16 ediciones fue el rival a vencer por Arequipa. Otro autoexcluido es Tarija (Bolivia).
Serán dos mil deportistas de entre 12 y 19 años de edad de Bolivia, Chile y Perú los que disputarán pruebas en nueve disciplinas.
Desnaturalizado
El 22 de agosto de 1997, dos meses antes de los XIII Juegos Bolivarianos “Arequipa`97”, se firmó el acta de Arequipa, que fue el primer paso contundente para hacer andar el engranaje deportivo del Judejut. La primera edición se disputó en Chile  1998.
Los Trasandinos se iniciaron como unos juegos de confraternidad entre deportistas provincianos de cuatro países, con su evolución organizativa y deportiva sus objetivos fueron más ambiciosos. Entonces pasaron de ser solo un torneo fraterno a ser competitivo y de alto rendimiento, hasta se le trató de considerar como el primer eslabón en el circuito olímpico, previo a los Juegos Bolivarianos.

Para ello tenía que convertirse en selectivo, donde participen deportistas de nivel. Lógicamente que esta idea elitista fue difícil de imponer en mentes dirigenciales mediocres que pretenden seguir considerando a los juegos como un torneo recreativo donde asistan deportistas “turistas”.
La deserción de Argentina en este 2016 se fundamenta en ese motivo. En noviembre del 2013 se aprobó en Arica un acuerdo para mejorar el nivel deportivo. Se aplicaría la disminución de número de deportistas por país, para ello se tendría que realizar una selección por marcas o eliminación (disciplinas individuales) y clasificatorias (disciplinas colectivas).
En la edición del 2014 no se respetó lo acordado iniciando una disputa que, debido a que los juegos fueron suspendidos en el 2015, se trasladaron al 2016, cuya organización recayó en Perú.
Como era de esperarse, los nacionales, exceptuando a Arequipa, y la mayoría de delegados de Bolivia y Chile tampoco quisieron respetar lo aprobado en Arica, lo que obligó a las tres delegaciones argentinas: Salta, Catamarca y La Rioja a renunciar junto a la boliviana Tarija.
Carcomido por el centralismo
Esta edición 2016 ha significado un duro golpe al espíritu descentralista y autónomo de los Judejut. Acostumbrados a recibir el apoyo económico que a regañadientes otorgó siempre el IPD Nacional, tanto Arequipa, Puno, Cusco, Tacna y Moquegua, desde ediciones anteriores, se las ingenieron para solucionar sus falencias requiriendo apoyo a sus gobiernos municipales o regionales.
Pero este año el IPD, que invertirá cerca de 5 millones de soles, ha tomado el control absoluto de los juegos pese a que no tiene ninguna experiencia organizativa en este tipo de competencia. Claro que con la complicidad de dirigentes sureños, que han dicho en coro “amén”, ahora las decisiones vienen desde Lima.
La desorganización es tal que recién ayer por la mañana se informó a las delegaciones nacionales dónde se iban a alojar. Pero no se les envió los buzos ni ropa de competencia, es por eso que se recomendó a los deportistas que lleven sus propios implementos deportivos y hasta dinero para solventarse gastos como alimentación y hasta la compra de rehidratantes. “Nos están tratando como si fuéramos una delegación extranjera”, se quejó un directivo que mantiene el anonimato.


Pero quizá los que viven en carne propia el autoritarismo capitalino son los entrenadores, a los que solo les pagarán un mes de sueldo pese a que trabajaron desde enero.
Aún hay más. Si toda la organización económica la tiene Lima, también han hecho lo mismo en lo deportivo. Han enviado a grupos de técnicos de la capital a cada sede para que controlen el desarrollo del evento. ¿Y el personal de provincias que tiene experiencia en la organización de este evento? Pasarán a ser simple apoyo o a estar en la tribuna.
Judejut ha caído en manos de ese centralismo que casi siempre destruye todo lo bueno que se hace en provincias.


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